6.03.2008

¡Novedad editorial!: Los ombuses de Falucho.


Un clásico del conocido escritor católico Juan Luis Gallardo. Una novela entre costumbrista y profética, con humor, una buena recreación de lo esencial de la argentinidad, cuyo sustrato es netamente católico. Buena para entendernos a nosotros mismos, en especial para los más jóvenes.


Se puede aprender historia leyendo tratados, manuales, ensayos... Y también, aunque de otro modo, por una parte más grato, por otra más riesgoso, apelando a las biografías y en particular las biografías noveladas o “novelas históricas”. Pero hay un modo de aprender, y aprehender la historia que es la novela a secas que se encarna en la historia, sin ser histórica. Esta es la virtud más interesante del libro de Gallardo: un enfoque sobre “quienes somos”, “de dónde venimos” y “hacia donde vamos” (esto último hipotético al momento de su redacción y notablemente acertado al leerlo más de 30 años después) bajo forma de historia pueblerina.


Los Ombuses de Falucho tiene algo de cervantino en la ambigüedad de los nombres que evocan el centro de la acción dramática: un pueblo bonaerense llamado oficialmente General Falucho, aunque el negro Falucho, primera autoridad pública del lugar a quien se honra jamás hubiese sido general. Pueblo conocido también como Los Ombuses, en referencia a un (solo) gigantesco y tradicional ombú que se yergue en sus arrabales desde tiempo inmemorial.


El juego ambiguo de nombres, números y títulos evoca el complejo entramado histórico argentino y su idiosincracia. Allí la impostura oficial colisiona permanentemente con el sentido común de hombre de a pie y con el noble temple de los fundadores de la patria. El período que describe Gallardo recuerda la irrupción de las ideologías marxistas o “setentistas” como le dicen ahora en el letárgico discurrir de la sociedad “tradicional”, con sus vicios inveterados y sus virtudes a veces insospechadas.


La diversidad social, ideológica, pecuniaria y temperamental de los estereotipos argentinos aparece reflejada con eficacia y buen humor. Un entramado ágil nos lleva rápidamente por sus páginas, demorado a veces, sí, por ciertos diálogos con una intención adoctrinadora demasiado obvia, aunque de impecable corte conceptual. Una mezcla de futurismo y costumbrismo -curiosa y eficaz- con reminiscencias chestertonianas y castellinianas nos pone en la historia y nos proyecta al mañana, partiendo de episodios menudos de un “hoy” que se convierten en hechos de trascendencia universal.


General Falucho es una síntesis de la Argentina que fue, que es ¿y que vendrá? Esto último ya se puede afirmar, al menos en sus rasgos más ominosos. Dios quiera que también la novela profetice cuando nos relata una reacción cristiana fundada en el amor a la tierra patria.


Se lee con agrado y provecho, en especial porque expresa lo dicho con un lenguaje pulido e irónico donde se amalgama la poesía, el recuerdo, el buen decir y el giro popular con un humor por momentos irónico, por momentos destellante de hilaridad.


Como decíamos antes, muy recomendable para chicos y jóvenes que quieran saber como es la “Argentina profunda”.